Barcelona ha experimentat al llarg dels segles transformacions urbanístiques que han redefinit els seus espais més emblemàtics. La plaça d’Espanya i el passeig de la Creu Coberta són exemples clars d’aquest procés, passant d’una zona oblidada i modesta a un centre urbà modern i representatiu.
El text que comparteixo a continuació, publicat a Barcelona Atracción l’any 1931, detalla amb gran precisió les obres de urbanització i embelliment realitzades amb motiu de l’Exposició Internacional, i explica com aquests treballs van canviar radicalment el paisatge i la vida del barri. És un relat viu de la ciutat en transformació i una oportunitat única per descobrir la història urbana de Barcelona tal com es vivia fa gairabé un segle.
"Diversas obras de urbanización y embellecimiento fue forzoso acometer en nuestra ciudad con motivo de la Exposición. Entre ellas figuran, en primer término, las realizadas en las calles inmediatas al lugar de aquel certamen y entre éstas las que se efectuaron en la plaza España y en el paseo hasta hace poco llamado de la Cruz Cubierta, por ser la primera, la verdadera entrada del recinto de la Exposición, y estar, el segundo, en un estado de abandono que ofrecía lamentable contraste con el carácter y la magnificencia que iba a tener aquella manifestación internacional.
La plaza de España y el paseo de la Cruz Cubierta habían formado antiguamente una sola zona, que se unía, además con la parte baja de la montaña de Montjuich, contigua dicha plaza, y era en conjunto conocida con el nombre tradicional del referido paseo.
En 1344 se levantó, en lo que hoy es confluencia del paseo de la Cruz Cubierta y la plaza de España, una de las diversas cruces que existían en las afueras de la ciudad. A principios del siglo XV se cubrió con baldaquino. Y de aquí provino el nombre de cruz cubierta, con que desde entonces fue conocido este paraje. Esta cruz fue reconstruida en 1573. En 1823 fue derribada por los constitucionalistas.
Al año siguiente el arquitecto Celles, formuló un proyecto de reconstrucción que no se efectuó, limitándose la realización a trasladar al sitio de la antigua cruz la del desaparecido cementerio de la iglesia del Pino. Hasta que en 1850 desapareció ésta definitivamente.
Fue famoso, además, este sitio por haber existido en él una de las horcas que los concelleres tenían derecho a levantar en distintos sitios de la ciudad, en virtud de privilegio de 1319, que constituía señal de jurisdicción criminal, para ejecutar públicamente, a los condenados a la última pena. Este lúgubre instrumento afeó este sitio hasta 1715 en que todas las horcas fueron trasladadas a la esplanada de la Ciudadela.
Había cobrado fama también por haber sido uno de los sitios en que primero se levantaron los molinos propiedad del Consejo (1584) que habían empezado siendo un privilegio de la Corona y que subsistieron hasta principios del último siglo.
Desde 1756 el camino de la Cruz Cubierta empezó un periodo de moda que continuó hasta últimos del siglo XVIII. Parece que fue el paseo predilecto de la gente aristocrática que acudía allí a pasear en coche o caballo. Debió ser objeto de alguna urbanización. Y en atención a todo ello se prohibió el tránsito de carros y carretillas.
En 1875 se tendió en este paseo la primera línea de tranvías de Barcelona, la que subsiste todavía, aunque hoy pasa por la calle de Tamarit, y lleva por esta razón precisamente el número uno. En 1883 tuvo la iniciación de su futuro embellecimiento, con la apertura de la calle Cortes Catalanas. En 1894, continuó esta obra, abriéndose la gran avenida del Marqués del Duero, conocida por Paralelo. Y en 1908 se terminó este periodo preparatorio con la delimitación y primeras obras de construcción de la plaza de España.
Pero por aquellos años el desarrollo de la ciudad y las preferencias de la población se desarrollaban por el lado opuesto, conocido por la derecha del ensanche, y, por tanto, los trabajos de urbanización de la plaza de España y de la Cruz Cubierta no lograron el desenvolvimiento necesario ni fueron favorecidos con la construcción de edificios.
Así quedaron aquellos lugares, durante bastante tiempo, con deplorable aspecto y una vecindad humilde de suburbio, además de tener obturados por la permanencia de propiedades particulares, los pasos de las calles de Sepúlveda y Vilamarí en su confluencia con la avenida y la plaza de que se trata.
Por todo esto, los encantes viejos, es decir, los puestos de venta de objetos de desecho que desde antiguos tiempos se instalan en un determinado punto al aire libre, pudieron situarse entonces a lo largo de los dos andenes centrales del paseo de la Cruz Cubierta, que conservaban la alineación y la estructura de los días en que gozó del favor de la moda y de las preferencias de la aristocracia. Por fin, el emplazamiento de la Exposición en la montaña de Montjuich, convirtió ésta en el magnífico jardín de nuestros días, y la celebración de aquella adecentó de tal modo las calles próximas a la misma, que bien puede decirse que, merced a tales circunstancias, aquella barriada ha sufrido una total transformación.
En efecto, la primera parte de estas importantes obras consistieron en la urbanización de la plaza de España, cuyo proyecto publicamos oportunamente en nuestra revista, con toda clase de detalles.
Esta urbanización consistió principalmente en el ensanchamiento de la plaza, a fin de que tuviera la capacidad exigida por la circulación que en la misma había de dar lugar la Exposición.
Para disimular el edificio de la plaza de toros, se dio un aspecto análogo a ella a los edificios que se construyeron en la plaza, destinados, como se sabe, a hoteles.
En el centro se levantó la fuente monumental, de carácter simbólico, con esculturas de Oslé en la base de la construcción, de Blay en las tres caras del edículo y de Llobet en la parte superior.
Se dispuso la desaparición de los encantes, que como se ha dicho, se hallaban el el paseo de la Cruz Cubierta, siendo trasladados a un amplio solar cercano a la calle Marina, donde además van instalándose ahora en mejores condiciones de visualidad.
El paseo de la Cruz Cubierta fue notablemente renovado. Desapareció el arroyo central y en su lugar se construyó el magnífico andén actual, quedando a cada lado un cómodo paso para carruajes.
Y por último, se expropiaron las fincas que obstruían el paso de las calles de Vilamarí y de Sepúlveda al cruzarse entre sí y al desembocar a las calles de Marqués del Duero, quedando abiertas a la circulación en toda su longitud y estableciendo, por tanto, una comunicación directa entre el casco antiguo de la ciudad y la Exposición.
Estas dos calles, fueron además, perfectamente urbanizadas en toda su extensión y dotadas de esplendida iluminación, así como todas las que conducen a la plaza de España.
La consecuencia natural de todo esto ha sido la rápida construcción de elegantes edificios en toda la zona, no sólo sobre los innumerables solares que desde hacía mucho tiempo estaban por edificar, sino sobre las modestas o vetustas casas que eran la única edificación existente hasta ahora en estos sitios.
Hoy, sobre lo que había sido el pintoresco y desagradable mercado de toda clase de desechos y el conglomerado de sucias barracas que servían de refugio o vivienda a gentes de la más estrafalaria condición, se levantan modernos y lujosos edificios que en conjunto constituyen otra de las notas de gran ciudad que honran y enorgullecen a Barcelona."
Font consultada: Barcelona atracción. Núm. 241. Juliol 1931.
Fotos: del mateix article - Encants del passeig de la Creu Coberta. (1920) Brangulí. (ANC)