Ciutat Vella: el laberint de places i carrers amb encant

Plaça del Rei. (1956) Autor: Francesc Ribera Colomer. (AMB)


Per conèixer Barcelona de veritat no n’hi ha prou amb seguir les avingudes principals. La ciutat es revela quan es recorre sense pressa el seu laberint de carrerons, places amagades i portals inesperats. A cada pas, un detall sorprèn: una font gòtica, un gremi oblidat, un claustre romànic o un arbre que dóna nom a una plaça. Ciutat Vella és un mosaic d’història i vida quotidiana que convida a passejar sense rumb fix, deixant-se portar per la intuïció i pel batec antic de les seves pedres. Comparteixo un article de La Vanguardia.

"Pasear por las calles sin rumbo fijo ni prisas, con la vista dirigida hacia delante, arriba, abajo, dentro de los portales, evita que se escapen los encantos de una ciudad de detalles, como las numerosas plazas que salpican la geografía de Ciutat Vella. 

Tras la calle Rivadeneyra se esconde la plaza de Ramon Amadeu, lugar raro donde tiene su sede la iglesia de Santa Anna (siglos XII al XV), un oasis en que se puede tomar el sol sin apenas ruido y que desemboca en la calle de Santa Anna, liberada ya del tráfico, para toparse con el curioso jardín central de la plaza Vila de Madrid, remodelada como zona peatonal. La calle del Bot lleva a Portaferrissa, que escribe su historia en cerámica en el cruce con la Rambla. 

Petritxol es símbolo de barcelonismo. Aquí se organizó la primera asociación de vecinos -en 1946- que dispuso la reurbanización de las aceras, fachadas, papeleras y cerámicas, de modo que recorrer la calle es repasar sus vicisitudes. La Sala Parès, una de las mejores galerías de arte, convive ordenada y pacíficamente con antiguos establecimientos y nuevas tiendas, donde puede encontrarse casi todo. 

La plaza del Pi alberga la iglesia de ese nombre, llamada en sus orígenes de la Mare de Déu dels Reis. Su nombre popular proviene de tiempos immemoriables, pues según documentos de diversos siglos siempre hubo un pino delante. En la misma plaza tiene puerta Galeries Maldà, pioneras en su ramo, que ocupan el antiguo palacio del Baró de Maldà. La plaza de Sant Josep Oriol, preferida por artesanos y pintores para sus exposiciones dominicales, bordea la iglesia para encaminarse a Boqueria, Call y Sant Doménec, que conforman lo que fue el próspero barrio judío, donde aún se pueden contemplar restos romanos. 

La calle de Sant Felip Neri conduce a la plaza del mismo nombre, remanso de tranquilidad donde se respira un ambiente medieval, silencioso y digno. Con la ayuda de los habituales músicos y las paredes que la rodean se puede retroceder a la época de juglares y trovadores, en especial al recorrer la calle de Montjuïc del Bisbe. En la plaza, aparte de la iglesia, se pueden admirar la Casa Gremial dels Sabaters y la Casa Gremial dels Calderers. Ambas fueron desmontadas de su emplazamiento original en la calle Corribia, hoy desaparecida, y de la Bòria, respectivamente, y reconstruidas en Sant Felip. En la primera puede visitarse el Museo del Calzado. Los alrededores de la catedral transcurren sosegadamente por la calle Comtes de Barcelona, plaza de Sant Iu, calle Freneria y Baixada de la Llibreteria, donde en el Mesón del Café se toma, quizá, el mejor café de la ciudad. Las apetitosas pastelerías se suceden por esta senda gótica que se dirige a la plaza de l’Angel, entrada oficial a la ciudad en la Edad Media. 

La plaza de la Llana y las calles Corders y Carders recuerdan que allí hubo las sedes gremiales y el mercado de quienes les dan nombre. En la segunda se ve el único resto de la Capella Marcus, un hospital para pobres levantado en la segunda mitad del siglo XII en el que era camino de acceso a Barcelona por el noroeste. Su construcción se debe al mercader Bernardí Marcus, promotor de los “troters”, histórico servicio de correos que en 1187 se constituyó en cofradía en la capilla románica del hospital. 

Callejas

La plaza de Sant Agustí Vell y las Basses de Sant Pere son las postrimerías del Casc Antic, pero antes de salir de él, como inmutable guardián, la iglesia de Sant Pere de les Puelles. Los orígenes del antiguo monasterio se remontan a la época visigótica —año 801— cuando el rey franco Ludovico Pío liberó la ciudad de los moros e hizo levantar esa capilla. El interior conserva rasgos de la primitiva capilla. Los restos del antiguo claustro se conservan en el Museud’Art de Catalunya. 

Por las calles de Lluís el Pietós o Méndez Nuñez se regresa de nuevo a la modernidad, al trasiego, aunque siempre queda el recurso de desviarse por Sant Pere Mitjá y acabar el recorrido por más calles y cal1ejuelas. Para no perderse Barcelo na no hay más remedio que perderse en ella."

Font consultada: Carmen Domínguez. La Vanguardia. 2 de març de 1989.


Església del Pi. (1932) Autor: Joan Vidal Ventosa. (AMB)